domingo, 9 de mayo de 2010

Valencia fea

Hace un tiempo descubrí la existencia de un libro 
cuyo título me hizo mucha gracia. Valencia fea, se llamaba. 
Me parecía estupendo que, en estos tiempos en los que tratan 
de vendernos esta ciudad como referente mundial, rebosante de 
glamour, alguien se hubiera dedicado a retratar a la Valencia 
de verdad. A esa ciudad inventada, a esa ciudad vacía que yace bajo 
la opulencia y ademas, se hubiera atrevido a  calificarla de fea.
¡Qué osadía!. Con los miles de millones de euros que se 
están invirtiendo para convertirla en ciudad de moda a nivel.... planetario.
Resultó que Valencia fea poco tenía que ver con el libro 
que creí haber descubierto una tarde en las estanterías de 
París-Valencia. La cosa no es que fuera por otro lado, sino que  
hay tanta Valencia fea que me pareció que, al menos, 
a nivel fotográfico el libro se se quedaba corto. 
Mi Valencia fea la  forman los cientos de imágenes 
que me asaltan cada vez que me paseo por sus calles 
y miro a mi alrededor.
Mi Valencia fea tiene que ver con la rabia que me produce
el pensar lo que están haciendo con esta ciudad. Y tiene 
que ver también con la vergüenza que me da el vivir en 
una de las ciudades más horteras del planeta y además 
tener que dar las gracias por ello a gente con tan mal gusto. 

imagenes Valencia

imagenes Valencia
imagenes Valencia


1 comentario:

  1. Estoy muy de acuerdo con tus palabras. Normalmente, pues siempre hay excepciones, cuando vas a otro lugar lo haces para sumergirte en su atmósfera autóctona, lo que lo hace único y diferente. Sin embargo, en esta ciudad parece que quieren borrar todo eso, hacerla homogénea (por poner un ejemplo, lo que hicieron con los restaurantes de la playa), copiar de otras ciudades ( eliminar el puerto pesquero y querer emular la zona de ocio que hicieron en el puerto de Barcelona), crear edificios que no sirven para nada ( dicho por un arquitecto que participó en el proyecto y que tenía razón...a la vista está) como es el caso del ágora. Actuar de forma faraónica para que su nombre perpetúe en los tiempos.
    No ya decir la desaparición por completo de un barrio singular donde los haya, el Cabanyal.
    Ya está bien de copiar, si tenemos nuestras singularidades disfrutar de ellas y hacer que los demás también lo hagan. Sin llenar la ciudad de pegotes aquí y allá.

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